Un paseo por la publicidad española

PLANTA BAJA os invita a

“UN PASEO POR LA PUBLICIDAD ESPAÑOLA”

con Mónica Yoldi, profesora y Jefa del Departamento de Diseño Gráfico de la Esdir (Escuela Superior de Diseño de La Rioja), quien nos acompañará explicándonos la evolución de la publicidad comercial en las revistas españolas a lo largo de la primera mitad del siglo XX (1910-1960)

el próximo jueves, día 30 de enero, a las 20,15 de la tarde, en PLANTA BAJA (Calle La Cigüeña al lado del número 10)

 

Os esperamos

La exposición permanecerá abierta hasta el 8 de febrero. Lunes a Viernes de 17 a 20 h. Sábados de 11 a 14h.

 

Aurora León y José Miguel León

Programación cultural en La Plaquette (Febrero)

Librería La Plaquette

C/ Milicias, 10.

26003 Logroño (La Rioja)


Publicación de la primera plaquette de La Plaquette: 
Te lo dejo por escrito.

Recopilación de textos breves basados en rupturas por mensaje.

Plazo de recepción de textos: hasta el 8 de febrero.

Extensión máxima: 500 letras.

Enviar como archivo adjunto en formato .doc a laplaquettelibreria@gmail.com indicando en el asunto: te lo dejo por escrito.

 

 

 

Presentación de Cosas, de Felipe Zapico

8 de febrero. 20h

 

Felipe Zapico viene a La Plaquette a presentar su libro de poemas Cosas,escrito en 1981 pero publicado ahora por Zoográfico en una curiosa edición en forma de talonario e ilustrado por Casilda García Archilla.

 

“La radio desgrana las melodías de los Mustang/ los Mustang bombardean las trincheras de los norcoreanos/ los mejores mustang trotal libres/más que cualquier hombre/ por las extensas praderas de USA./ Cosas distintas/ se apelan igual/ son extraordinarias/ me gustan/ me horrorizan morbosamente./ De las profundidades marinas surgen/ diez proyectiles/ que se desgranan en doscientas cuarenta/ cabezas de diez megatones/ en la negra profundidad/ dentro de un pez negro metálico/ el capitán sonríe/ el cocinero está llorando”.

 

 

Presentación de Quisiera tener la voz de Leonard Cohen para pedirte que te marcharas, de Óscar Sipán

13 de febrero. 20h

 

Tendremos al escritor Óscar Sipán presentando su libro de relatos Quisiera tener la voz de Leonard Cohen… (Base, 2013).

 

Oscar Sipán (Huesca, 1974). Galardonado en numerosos certámenes literarios y autor de los libros Rompiendo corazones con los dientes(Premio de Novela Odaluna 1998), Pólvora Mojada (XVII Premio de Narrativa Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal 2003, Diputación de Zaragoza), Leyendario. Monstruos de agua (2004, March Editor),Escupir sobre París (2005, March Editor), Tornaviajes (Premio Búho 2006), Guía de hoteles inventados (IX Premio de Libro Ilustrado 2007, Diputación de Badajoz), Leyendario. Criaturas de agua (Premio al libro mejor editado en Aragón 2007), Avisos de derrota (2008,Onagro Ediciones), Concesiones al demonio (Ediciones Nalvay, 2011) y Cuando estás en el baile, bailas (Edaf, XVI Premio Ciudad de Getafe de Novela Negra 2012). Editor y socio fundador de Tropo Editores, junto a Mario de los Santos.

 

«Afortunadamente hay algunas cosas que se mantienen en pie. Quizás mi vehemencia sehaya domesticado diluida en el óxido de cinco años de lluvia, pero sigo pensando lo que ya dije, que la narrativa de Sipán es “subversiva”; es el “fogonazo” de un “artefacto explosivo”que “golpea, deslumbra, inquieta. Nos avisa para que huyamos de las tumbas que llevan nuestro nombre”. Es “estimulante”; chute de “anfetamina legal”; oxígeno en un garaje subterráneo. Que sus relatos son visuales, cinematográficos y literarios; el retratorobot de nuestra sombra y la ecografía de nuestras vísceras. Lo que el cuenta, y, sobre todo, cómo lo cuenta es lo que me gustaría escribir si Dios o el diablo me hubiera dado su talento».

Culturamas,16 enero 2014.

 

 

Presentación de Relatos de un freakie incombustible, de Juanan Bilbao

14 de febrero. 20h

 

Juanan Bilbao viene a La Plaquette para presentar su primer libro, financiado a través de crowdfunding en la plataforma Verkami y publicado por Luhu ‘em all.
“Mi nombre es Juanan Bilbao, pero me conoceréis por mi personaje Xabi,en la famosa serie Qué vida más triste, y aquí os presento mi primera antología de relatos. Una colección de historias repletas de humor, fantasía, realidad y absurdez. Todo bien mezclado y sazonado. Relatos de un freakie incombustible reúne lo mejor de mí, y lo peor también. Todo aquello que alguna vez estuvo en mi cabeza y que un buen día decidí plasmarlo en un papel.No son cuentos para niños, ni parrafadas ni sermones para los más eruditos.

Aquí encontrareis entretenimiento, diálogos hilarantes pero de lectura fácil y amena. Guiones rebuscados, algunos de los cuales conseguí grabar en su día, y que podréis reproducir mediante código QR o copiando el enlace de You Tube.

Porque sí, queridos amigos/as, la gran mayoría de estas historias fueron escritas para llevarlas al medio audiovisual. De hecho, os presento alguno de los relatos con sus respectivos diseños o ilustraciones, tal como los imaginé en su día”.

 

Todos los eventos son gratuitos.

Charla coloquio sobre «Cláusulas suelo en tu hipoteca» en la sede de la Asociación de vecinos Los Lirios del Iregua

La Asociación de vecinos del barrio de Los Lirios del Iregua ha organizado una charla coloquio sobre las llamadas cláusulas suelo (pulsa aquí para saber más), la cita será el próximo miércoles 29 de enero, a las 20:00 h. en la sede de la propia asociación (c/ Tudela 20, bajo – N).

Puedes conocer más actividades de la asociación en su propia página de Facebook: https://www.facebook.com/loslirios.deliregua

Este Domingo danzas en el Centro Cívico Madre De Dios

Danzas-del-mundo

Este domingo 26, en el Centro Cívico Madre De Dios, a las 18h, ven y participa con el grupo de Danzas del Mundo:

  • Son danzas y músicas de diferentes pueblos del mundo.
  • Son sencillas y cualquiera puede bailarlas sin necesidad de experiencia previa.
  • Danzas para todas las edades.

Solo es necesario tener ganas de bailar y compartir un grato momento.
Animaros!

#Gamonal Mixtape (texto de Ángel Luis Lara)

Artículo publicado originalmente en madrilonia.org.

Esto es la mierda que se hace en Burgos, tío”. La voz rimada de Victor Rutty despega alta y clara desde un páramo hecho de bombo y caja. Segunda noche de disturbios en Gamonal. Segunda noche y todavía todo el mundo se pregunta dónde hostias está Gamonal. Como si hubiera nacido hoy. Como si hubiera brotado de la nada, de una grieta que le ha nacido al pesimismo, al “esto no lo cambia ni dios, porque no va a pasar y además es imposible”. ¿No era que el parque y la puta plaza donde generación tras generación nos fumamos los porros y nos bebemos los litros eran un puto laberinto? Tal vez siga sin haber salida. ¿Y qué? Tal vez no haya que buscar una salida porque no hay un afuera. Pero al menos ahora sabemos que estamos vivos. La metáfora de los zombies suena muy bien, pero ya cansa. Sí, The Walking Dead y todo eso. Me la bajo de Internet, me la meriendo y me deja frío. Tal vez es que no estamos muertos, que nunca estuvimos muertos. O tal vez sí y, como los zapatistas, decidimos morirnos para vivir. Un puto cementerio hecho de chandals, tatoos, pitbuls, carros tuneados, malos y buenos rollos. Un puto cementerio lleno de vivos. Habrá que reinventar los mapas y que todos se parezcan a los títulos de crédito de Juego de Tronos: campos de batalla que surgen de la tierra y del hielo. Habrá que cambiar los mapas porque todo ha cambiado. Por arriba Game Over, por abajo New Game. Esto no ha hecho más que empezar. Segunda noche de disturbios y todavía todo el mundo se pregunta dónde está Gamonal. Se necesitan nuevos mapas cuando emergen nuevos territorios. No estaba escrito, Burgos no estaba escrito. Se necesitan nuevos mapas cuando emergen nuevas formas de vida: Youtube le gana por goleada al telediario. Una puta pista de baile en la que los públicos nos hacemos productores, en la que los espectadores nos convertimos en los principales actores. La peña ha tomado al asalto la comunicación y la señal llega alta y clara desde Gamonal. Como la buena mierda de Milicia 02: “Camina o revienta, la vida te obliga a hacer la vista gorda y a creer sus mentiras, cierran hospitales pero no las heridas de este pueblo que sangra, de esta gente dolida”. Rap. Burgos City. Segunda noche de disturbios. Parece que no era que estábamos muertos. Cada chaval y cada chavala, cada vecino y cada vecina. Todos son repetidores. Desde sus teléfonos móviles lanzan la señal que inunda Youtube. Todos lo estamos viendo. No hay mediaciones, ni representaciones, ni traducciones. En vivo y en directo. El viaje del objeto del enunciado al sujeto de la enunciación. El Talking Head de la Sexta, la cuarta o la cadena que sea dice que lo están rompiendo todo, pero no es cierto. Mienten, como siempre mienten. En Youtube vemos que solo rompen los cristales de los bancos que se enriquecen con nuestras deudas. Sólo destrozan los anuncios que desde las marquesinas nos reclaman que compremos más mierda. Sólo queman los contenedores de basura para que el humo lleve el mensaje de que la verdadera basura está en otro sitio. Políticos, banqueros, policías. Un puro ejercicio de distinción. La teoría de la elección racional nos ha mentido siempre: lo importante no es elegir, sino saber distinguir entre las alternativas. Y si no hay alternativas, habrá que inventarlas. Demasiado tiempo sin alternativas. Demasiado tiempo sin derecho a la ciudad. Demasiado tiempo sin existir existiendo. “¿Por qué no abrís los ojos para entendernos, para visualizar lo que hay en nuestro adentro? ¿Por qué nos dais el infierno teniendo el cielo? Lo único que hacéis es enloquecernos”. Ya lo decían los mc’s de La otra escuela en su temazo Otra Oportunidad. Desde el mismo Gamonal. El rap de Burgos es como el del mundo entero: infrapolítica del síntoma, expresión del malestar, creatividad de la rabia. Pura pedagogía del oprimido. Pero no han querido escucharlo. Y sin embargo todo estaba ahí, todo está ya ahí, todo estalla ahí. Un puto futuro anterior para los sociólogos, los periodistas y los tertulianos que ahora se preguntan colgados de su ridícula exclamación de dónde ha salido esto. Segunda noche de disturbios. Parece que la cosa va en serio. Bienvenidos a la fiesta. Chavales y chavalas cruzan coches, queman contenedores, rompen bancos. Sí, pero también sienten, padecen, desean, sueñan, sufren, aman y odian. Por eso esta noche cruzan coches, queman contenedores, rompen bancos. Por el día hacen otras cosas. En otras noches hacen otras cosas. Muchas cosas. Pero desde hace dos noches cruzan coches, queman contenedores, rompen bancos. Y en mi cabeza la sensación de que estas imágenes las he visto en otro lado. Tic-tac, tic-tac. Los mismos chandals, las mismas capuchas, los mismos bombos y los mismos platos. Tic-tac, tic-tac. Las misma rabia, las mismas risas, la misma desesperada alegría. Como si rimaran a coro el preludio con reverb del enésimo tema de Basur Stayla y Maldito Vito: “Esta canción va dedicada a los de siempre, a mi gente”. Rap. Burgos City. Alto y claro desde un páramo hecho de bombo y caja. Segunda noche de disturbios. Lo llevan claro los que piensen que estos chavales improvisan. Llevaban ya demasiado tiempo mascándolo. No lo veíamos, pero ya estaba pasando. “Tú, escúchame que no me he ido, resurjo cual fantasma, manejo de la chusma, así puedo dar más, liberar mi alma y ser libre, no ver todo lúgubre, saber que hay luz al final del túnel”. Como si todos los mp3 del barrio y todos los Iphones sintonizaran las rimas de los Forjados. Rap. Burgos City. Segunda noche de disturbios y todavía todo el mundo se pregunta dónde hostias está Gamonal. Cómo es posible que esto esté pasando.

La mugre de las infrapolíticas

Cuando éramos chavales los puentes que unían a los fachas y a los progres de pelas se hacían más evidentes en verano, cuando ambos mandaban a sus hijos a estudiar inglés a Inglaterra. También hacían el COU en pueblos perdidos de Estados Unidos y volvían con chupas de beisbol y habían visto ya E.T. cuando aquí no sabíamos ni lo que era y flipábamos con un Jumbo de jamón y queso en el Burger King del barrio. Los colegas a los que les daba por el heavy “aprendían” inglés con los AC/DC, los Scorpions y los Metallica. Eran la hostia, capaces de cantar en guachi-guachi todos los temas de esas bandas sin entender una mierda de lo que decían. A otros nos daba por entregarnos a “las clases de inglés” de KRS-One, Public Enemy o Run-D.M.C. y, más tarde, a las lecciones de Wu-Tang Clan, Tupac o Dead Prez. No entendíamos una mierda y seguíamos suspendiendo o sacando sufis en inglés, como seguíamos yéndonos al pueblo todos los veranos. Sin embargo, sí sabíamos que ahí se cocía algo. Como si supiéramos que entre esas rimas incomprensibles y esos ritmos machacones y repetitivos se escondiera algún secreto, alguna clave, alguna pista.

Cuando en 2011 los barrios más jodidos de las ciudades inglesas ardieron prendidos por las ascuas desesperadas de los chavales más jóvenes, muchos de los que hemos permanecido enganchados al idioma del hip hop ya sabíamos qué quería decir la palabra “grime”. En inglés significa “mugre”, suciedad grasienta. Los chavales de barrios como Brixton, East Ham, Woolwich, Croydon o Enfield también lo sabían en 2011, cuando decidieron traducir su ira y su frustración en disturbios a raíz del asesinato de un chico a manos de la policía en la ciudad de Tottenham. Para saber qué era la mugre les bastaba con mirarse en un espejo. Sujetos a un abandono de décadas, habían sido tratados por el poder como mugre desde la noche de los tiempos impuesta por el Tatcherismo. Un poder sistemático y desterritorializado, hecho de profesores, trabajadores sociales, maderos, concejales, periodistas, empleadores y desempleadores. Eran y son mugre porque sobraban y sobran. Una molestia. Como la suciedad que se mete entre las uñas. Por eso cuando en el verano de 2011 se levantaron y quemaron todo lo que pudieron en sus cascos y en sus bafles sonaban Jammer, Stormin, Ghetts o Durrty Goodz. Miembros notables de la banda del grime, una onda musical que comenzó a inundar los barrios más jodidos de Inglaterra a comienzos de los 2000.

Hecho de una mezcla de dancehall, hip hop y drum and bass a 140 beats por minuto, el grime expresa a partes iguales el laberinto de los jodidos y sus vías de escape, sus miserias y sus desesperanzadas esperanzas. Como la propia racionalidad neoliberal, es competitividad y performance, una especie de pasarela de hormigón por la que los chicos riman una empresarialidad de sí que subraya su narcisismo y sujeta sus días a los pilares de una supervivencia que muchas veces depende de ser el más fuerte. Pero, al mismo tiempo, el grime ha funcionado también como herramienta para expresar el lamento desesperado por la dura realidad de un día a día marcado por la precariedad y el abandono. También para enfatizar el sentimiento de comunidad y el paso acompañado del otro que está al lado viviendo la copia de lo que uno vive. El grime ha hecho barrio y en el grime estaban ya tatuados a fuego los síntomas y las causas de los disturbios del verano de 2011 en Inglaterra. El estribillo de Rescue me, el tema de Skepta que había pegado brutalmente a nivel comercial un año antes como santo y seña de una corriente del grime, lo decía alto y claro aunque lo vistiera con la metáfora sistemática del amor y del desamor romántico: “Que alguien me rescate”. Una llamada desesperada que nadie pareció escuchar, porque al grime solo lo escuchaba el grime, la mugre. Por eso cuando esa misma mugre levantó su desesperación y le prendió fuego a los agujeros de las ciudades inglesas nadie pareció entender de dónde salía tanta ira. Los sociólogos, los políticos, los periodistas y los poderosos buscaban en las estadísticas, hurgaban entre las ruinas de la política instituida y se perdían inútilmente en las viejas claves de codificación de lo político y del conflicto. Agua. La izquierda, tan alejada de la vida real de la gente, tampoco comprendía lo que ocurría y, movida por su espanto, ejercía una criminalización de la mugre simétrica a la de ministros y magistrados. Agua. Pero el barco estaba ya hundido en los beats del grime desde hacía tiempo. Si lo hubieran escuchado lo habrían entendido. Lo impredecible siempre sale de los lugares a los que no miramos, de los ritmos que no escuchamos. Las canciones de los jodidos suelen anunciar la tormenta que viene. Son siempre canciones de amor y de guerra.

Algunos de los que de chavales nos chupábamos todos los veranos en el pueblo, a miles de kilómetros de distancia del inglés en Inglaterra, tuvimos que esperar al año 2000 para que la editorial mexicana Era publicara la versión en español de Los dominados y el arte de la resistencia, del antropólogo y politólogo estadounidense James C. Scott. Ese libro nos sacudió y nos sacó de la inopia de las cosas evidentes y de los caminos trillados, regalándonos una mirada que buceaba, precisamente, en aquello que no se ve y en todo lo que aparentemente no está sucediendo. A través de la mirada de Scott, lejos de los discursos oficiales y de las formas aparentes de la hegemonía, entendimos que las resistencias residen y emanan de los espacios aparentemente invisibles que se constituyen a partir de códigos, prácticas y lenguajes alejados de lo político formal y de su arena pública. “Cuando el gran señor pasa, el campesino sabio hace una gran reverencia y silenciosamente se tira un pedo”, decía Scott citando un proverbio etíope. “Allí donde hay poder hay resistencia y sin embargo, o más bien por esto mismo, ésta no está jamás en posición de exterioridad con respecto al poder”, había propuesto mucho antes Michel Foucault. Esa posición de interioridad con respecto al poder implica, precisamente, que la resistencia constituya una experiencia que se recrea en los intersticios de las propias relaciones de poder, colándose entre sus lenguajes y sus prácticas, jugando con sus materiales y sus infraestructuras.

La revolución se hace con lo que uno tiene a mano”, decía Jesús Ibáñez.

Y lo que uno tiene a mano suelen ser elementos de la vida cotidiana que no operan ni son entendibles directamente como políticos. Scott le llama a eso la infrapolítica, comportamientos discretos y repertorios de prácticas que no se muestran en los campos formales de la racionalidad política, sino que se mueven discretamente en los espacios de lo cotidiano. El grime y el rap incluidos. La rabia de la mugre de los barrios más jodidos de Inglaterra había sido anunciada antes de 2011 por el grime, como la desesperación y el hastío de los chavales de Gamonal han sido expresados por el rap local en los últimos años. Todos aquellos que se preguntan sorprendidos cómo es posible que esos chavales apáticos de chandal se estén levantando, solo tienen que escuchar la tralla lúcida de The LoukWarriors, Victor Rutty, La forja o los chicos de La otra escuela para entenderlo. La mugre a la que nadie escucha. Rap. Una infrapolítica de los jodidos en Burgos y en el mundo entero.

Texto de Ángel Luis Lara.
17/01/14

«La rosa», el poema que dotó de sobrenombre a Francisco López de Zárate

Poetas, gentes extrañas

¿Qué suerte de magia extraña y extraordinaria hace que un autor sobreviva a la quema del tiempo y nos llegue a la actualidad a través de sus textos? ¿Qué clase de sortilegio consigue todo lo contrario y que autores, de cierta valía, desaparezcan en el malear torturado de los años? ¿Qué accidentes y en qué orden consiguen que exista la necesidad en los autores contemporáneos de hallar la grieta justa donde se alojan sus raíces? No lo sé. Tampoco quiero preguntarme por qué he tenido la necesidad de buscar  la obra de Francisco López de Zárate. Quizá fue a través de aquel número  de Calle Mayor (el tres, fechado en septiembre de 1986) que contenía una edición de Mª Teresa González de Garay de la Silva a la ciudad de Logroño (en su momento atribuida a Lope de Vega) o tal vez antes, en el poso de la memoria de un niño de barrio obrero y periférico (entonces), que con cuatro años se trasladaba junto a su numerosa familia a un pisito en una calle dedicada al misterioso personaje. Ahí puede que estuviese la semilla, pero sin duda fue la revista dirigida por el poeta José Ramo y aquella silva, maquetada terroríficamente en cian y negro —con el peligro de perder dioptrías a todo ritmo para el lector no advertido—, la que consiguió el efecto duradero: alojar al poeta en mi memoria hasta hoy, buscar y leer su obra en los años de pubertad, cuando aún no me veía maduro para echarme a andar por los caminos literarios que tantos dolores y alegrías me han producido ya. Los poetas llaman a la puerta, se les deja entrar o no. Hoy, hojeando la revista, uno encuentra allí recogidos testimonios y notas de algunos elementos de la cultura local de entonces: Manuel de las Rivas, Bernardo Sánchez, Pedro Santana, Luis Martínez de Mingo, Javier Escohotado, Javier de la Iglesia y Raúl Eguizabal, panorámica que completaba un texto de Félix de Azúa y unos poemas laudatorios de unos errados Luis Barrón Urién y Cesáreo Balmaseda, y un más atinado José María Lope Toledo. Por lo tanto, si gente de tanta valía ya dedicó sesudos textos a las virtudes y defectos del poeta, ¿qué pinta alguien como yo hablando del «Caballero de la Rosa»? Poco, o nada que no sea la simple pretensión de dar noticia y traer a la actualidad la obra de un poeta bastante olvidado en la propia ciudad que le vio nacer. Créanme que siento que tal intención me legitima a hablar, eso sí, con la advertencia de que lo de sentar cátedra no va, hoy por hoy (cruzando los dedos), conmigo.

Más noticias juveniles del poeta

Había una estatua hecha polvo, hoy alojada en el colegio que tiene dedicado el poeta en su ciudad natal, justo al final de la calle que también tiene dedicada. En ella no hay placas reproduciendo versos, no hay noticias biográficas y, para colmo, la estatua no siempre estuvo allí y llegó bastante más tarde. las malas lenguas sostienen que el traslado la salvó del vandalismo de nuestra vecindad logroñesa. Otro detonante fue una propuesta que sólo se quedó en eso, en una propuesta, de Juan Díez del Corral, por entonces director del periódico El Hall del Colegio de Arquitectos de La Rioja, que quería que las gentes de la cultura local (sic) hablásemos de la calle en la que habíamos nacido o nos habíamos criado. La propuesta, por imprevista, me resultó atractiva y ya entonces, y hace más de diez años, comencé a esbozar un texto que jamás paso de boceto, en el que describía lo larga y más bien fea y anodina calle, pero que en contra de estos adjetivos ya poseía ambiente y movida cultural en los años en los que yo la recorría tirando petardos o intentando cazar pajarillos. En ella ya asomaba una pared del Colegio Universitario que sería el germen de no pocas iniciativas culturales y de la hoy flamante Universidad de La Rioja. Y por allí, claro, ya andaba el poeta Ramón Irigoyen que tan rastreable mácula dejó en los jóvenes y futuros poetas locales de la época. De eso poco queda, un recuerdo, algunas divertidas polémicas literarias (que a veces superan tan ocioso ámbito) y alguna noticia que se cuela en textos de autores que rememoran con añoranza aquellos años de florecer tras la muerte del dictador que lastró este país al oscurantismo y la necedad. De alguna manera, y por azares políticos que le dieron nombre a la rúa, el poeta estuvo presente como lo está hoy, cuando la calle, populosa y viva como entonces, vive su día a día de muchos colores y muchas culturas haciendo aprecio al nombre con el que la bautizaron. En algunos puestos de feria o librerías de lance fui completando la colección del poeta, que venía a ocupar su anaquel en el limitado parnaso de la literatura escrita en La Rioja.

¿Pero, quién fue Francisco López de Zárate?

Lo del llamativo sobrenombre, «Caballero de la Rosa», se debate hoy todavía con pasión mitigada, aunque la teoría que encuentro más lógica es que se deba al célebre soneto que dedicó a dicha flor, y no tanto a las costumbres de vestimenta o adorno que el buen Francisco tuvo a bien cultivar. El poeta y autor teatral nació en Logroño en 1580. Gracias a los servicios militares de su padre pudo tener una infancia privilegiada. Dado que éste destacó en nobleza y participó en la jornada de Argel a las ordenes de Carlos V, y fue por ello recompensado por el rey con un empleo de Correo Mayor, posición social que permitió al joven Francisco estudiar latín y retórica primero en Logroño, y más tarde en Salamanca, donde dió inicio pero no concluyó la carrera de Leyes. Aguerrido y fiero sucumbió a la moda  juvenil de su tiempo y se alistó en los Tercios de Italia, guerreó por otras ciudades europeas desde donde nos han llegado noticias de su destreza con la espada. A su regreso a Madrid consiguió un trabajo de secretario de don Rodrigo Calderón y un cargo de oficial del Consejo de Estado para el Duque de Lerma. Francisco ya está enfermo de las letras y, bajo el patronazgo del propio don Rodrigo (antes mentado) y de Pedro Mesía de Toledo, se dedicó a escribir en sus momentos de asueto. No debió disfrutar mucho de aquellos empleos públicos ya que, al tiempo, renunció a ellos para regresar a Logroño y dedicarse de lleno a su pasión más constante: las letras. Debe ser sino de los poetas de periferia, así, Francisco fue siempre una persona modesta con cierto complejo de inferioridad (al menos así lo decía) frente al resto de poetas contemporáneos a él. No así lo verían aquellos, con algunos de los cuales mantuvo trato y amistad, como por ejemplo Cervantes, Lope de Vega o Tirso de Molina. Fue un poeta de éxito en su época, famoso y destacado, sobre todo por sus poemas de temática religiosa y por sus sonetos, italianizante corriente en la que destacó con precisión de relojero, y la que le brindó su sobrenombre más recordado. Además de su Silva a la ciudad de Logroño, su ciudad natal, en 1648 publicó Poema heroico de la invención de la Cruz, titánicamente compuesto en 2.058 octavas, considerado por muchos el mejor poema épico religioso del momento, que fue, además, muy admirado por Cervantes. A estas obras hay que sumar la Tragedia de Hércules y la obra teatral titulada La galeota reforzada. En 1619 reunió diecinueve poemas en el tomo Varias poesías, en las que cultiva fundamentalmente la égloga pastoril, que reeditó en 1651 en Alcalá, agregándole doscientos sesenta poemas (silvas, églogas, rimas y romances amorosos) y una obras dramática (Hércules Furente y Oeta). Murió en Madrid en 1658, después de una larga enfermedad.

 

La rosa

Esta a quien ya se le atrevió el arado,
con púrpura fragante adornó el viento,
y negando en la pompa su elemento
bien que caduca luz, fue sol del prado.
Tuviéronla los ojos por cuidado,
siendo su triunfo breve pensamiento;
¿quién sino el hierro fuera tan violento
de la ignorancia rústica guiado?
Aún no gozó de vida aquel instante
que se permite a las plebeyas flores,
porque llegó al ocaso en el oriente;
¡Oh tú, cuanto más rosa y más triunfante,
teme, que la belleza son colores
y fácil de morir todo accidente!

 

Para saber más: López de Zárate, Francisco, La rosa y veinte poemas más (Ediciones del 4 de Agosto, 2006).